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Circulación de Bienes y Patrones de Descarte en la Estancia Iraola (página 2)



Partes: 1, 2

  1. Objetos
    recuperados en la excavación

  2.     De los tipos de material que
    hemos hallado resultan ser más abundantes los
    fragmentos de loza y vidrio. En
    el primer caso contabilizamos un número mínimo
    de objetos (NMO) de 20, correspondientes en su totalidad a
    vajilla, principalmente platos (12), 1 bowl y 1 taza. Los
    fragmentos que constituirían las 6 piezas restantes no
    permiten reconocer la forma original, pero se distinguen
    claramente como distintos por características tales
    como forma y decoración de sus bordes, tipos de pasta,
    etc. Considerando otra categorización, contamos entre
    las mismas 13 piezas whiteware, 3 pearlware y 4 de
    porcelana.

        Como habíamos hecho
    referencia, el vidrio era el otro tipo de material más
    abundante, siendo recuperados del pozo un NMO de 28 botellas
    y frascos: 5 limetas, 1 damajuana de aproximadamente 10
    litros, 17 botellas cilíndricas (de las cuales 15 se
    corresponden con las comúnmente asignadas para vino y
    2 de menor diámetro posiblemente de licor o jerez), 1
    botella rectangular de tónico con la
    inscripción "Genuine Sarsaparilla –
    Bristol´s- New York"
    , 2 frascos de conserva y 2
    frascos pequeños de remedio. Se han recuperado
    además restos de vidrios planos de 8mm de espesor
    (posiblemente de ventana) y el extremo de una tulipa de
    lámpara con partes de una inscripción (DUR…)
    en su interior.

        En cuanto al gres, otro de los
    tipos más frecuentes de material que se halla en
    contextos del siglo XIX, sólo se han encontrado dos
    fragmentos: uno de gres blanco, posiblemente correspondiente
    a los típicos porrones de cerveza, y
    un asa de gres con engobe marrón correspondiente con
    toda probabilidad
    a una botella de ginebra.

        Por otra parte hemos recuperado
    de este contexto una considerable cantidad de objetos
    corrientemente denominados en la literatura
    arqueológica como "domésticos". Son 19 botones
    (9 de pasta de vidrio blanco, 6 de hueso, 3 de nácar y
    1 de metal), una hebilla de cinturón y otra de zapato,
    restos de calzados como tacos, suelas y fragmentos de
    cuero.
    Hallamos también una medalla de aluminio
    con las imágenes de San José y la Virgen
    de la Misericordia presentando la inscripción en
    latín "Mater misericordiae ora pro nobis", en
    una de las caras, y en la otra, la leyenda " S.
    José rogad por nosotros
    ". Entre los objetos de uso
    personal
    contamos con un fragmento de caño de pipa de
    caolín blanca con inscripciones grabadas que
    lamentablemente son ilegibles. También restos de un
    lápiz de grafito, para sumar variedad a la cantidad de
    objetos encontrados en el pozo de basura.

       En lo referente a objetos de metal,
    éstos resultaron ser llamativamente abundantes.
    Hallamos herramientas de trabajo,
    como una horquilla para emparvar de tres puntas, una pala
    rota, parte de la hoja de un arado, alambres,  96 clavos
    (algunos en buen estado).

    También se recuperó una herradura
    gastada con los clavos doblados aun en sus claveras, una
    chaira cilíndrica para afilar cuchillos, una cuchara
    de sopa, dos mangos de sartenes y  bisagras de varios
    estilos. Contrastando completamente con la función de los antes mencionados 
    aparece un objeto muy singular: se trata de parte de una
    bomba/irrigador de enema fabricada en plomo de mediados del
    siglo XIX. Es de origen francés y corresponde al
    "verdadero sistema de
    irrigación del Dr. Eguisier"
    tal como lo dice la
    inscripción en una placa de bronce adosada, la cual
    cuenta también con las fechas de dos menciones a la
    calidad
    otorgados al producto
    en 1849 y en 1855. En hojalata contabilizamos 5 contenedores
    o latas del tipo usado en la época para tabaco o
    yerba, en muy mal estado de conservación.

       Los materiales
    de construcción también se hicieron
    presentes en una gran diversidad de formas,
    destacándose entre estas: una teja francesa de la
    marca Pierre
    Sacomán de Marsella con el motivo de un ancla en
    relieve y
    una baldosa del mismo origen de pasta amarilla con la marca
    impresa en la base donde sólo pueden verse las letras
    "PL" "DU", presentando en la cara visible tres franjas de
    color
    amarillo, marrón y rojo ocre.  

       No podemos dejar de mencionar el
    hallazgo de gran cantidad de restos óseos descartados
    como desperdicios del consumo de
    carne que no serán analizados en este trabajo, sino
    que serán motivo de otra publicación (Bogan y
    González Venegas, MS.).

    Dinámica
    propia del pozo de basura

        Destacaremos ahora lo que
    denominamos como dinámica propia del pozo de basura
    siendo éste un aspecto importante del análisis ya que nos permite obtener
    información acerca de los
    comportamientos asociados  directamente con el manejo de
    la basura en el pozo de descarte mismo.

       Comenzando con la
    caracterización del estado en que se nos
    presentó la basura (el material arqueológico)
    en el interior del pozo, podríamos asegurar que no
    hemos encontrado señales de que la misma hubiese sido
    quemada in situ. Tampoco creemos que hubiera sido
    revuelta, ya que hemos encontrado restos de animales
    articulados, y porque además no percibimos beneficios
    inmediatos en esta acción (al contrario, genera mal olor y
    mayor volumen)
    salvo que se asocie a la quema de los desperdicios puesto que
    esto conllevaría una mejor combustión (oxigenación) y una
    reducción más completa del material.

       Como segundo punto a destacar llama la
    atención el hecho de que no hemos
    hallado ningún elemento de loza o vidrio entero, por
    el contrario se hallaron todos altamente fragmentados. El
    elevado número de fragmentos por pieza resultó
    sorprendente y nos motivó a buscar las causas que
    provocaron dicho fenómeno. Autores como
    Schávelzon  (1998) y Gómez Romero
    (2001)  adjudican esta característica del
    material descartado -principalmente en contextos de bajo
    nivel socioeconómico- al alto nivel de reuso que
    sufrirían los objetos (en especial las botellas), lo
    cual llevaría a su descarte solamente en caso de
    ruptura. Estamos de acuerdo con esta afirmación y
    consideramos que en nuestro caso particular tampoco se
    descartaron objetos enteros. Pero tenemos la opinión
    de que el hecho de que los objetos aparecieran altamente
    fragmentados no se debe solamente a esta causa, sino que en
    ello incidieron otros factores. Luego hemos podido constatar
    en contextos rurales actuales la práctica común
    de rotura y hundimiento intencional de la basura una vez
    descartada en el pozo para reducir el volumen que ocupa en el
    mismo, lo cual se hace por medio  de golpes con un palo
    grueso o con una pala. A partir de esto comenzamos a buscar
    indicios que nos permitieran inferir esta práctica en
    nuestro contexto.       
    En primer lugar y como ya dijimos  hay un muy alto nivel
    de fragmentación de las piezas. Resulta notable el
    caso de un botellón de vidrio de una capacidad
    aproximada de 10 ltrs. que apareció reducido a 320
    fragmentos recuperados. Otro caso es el de un pequeño
    frasco de vidrio transparente cuyas dimensiones están
    entre 12,5 cm. de alto y 4,5 cm. de lado en la base,
    recuperado en 15 fragmentos faltando como mínimo 6
    para completar la pieza. Pero consideramos que la 
    prueba mas contundente son los numerosos "puntos de impacto"
    que presentan todas las botellas, incluso este pequeño
    frasco. Muchos de estos puntos se ubican en el espacio
    interno de la botella, lo cual implica que el golpe se
    efectuó luego de la rotura original. Además
    constatamos  la presencia de golpes que ocasionaron
    solamente un lascado y no fueron el motivo de la
    fragmentación de la pieza. En el caso de los metales si
    bien no están fragmentados sí son observables
    una serie de golpes, como en el caso del irrigador  de
    enema que presenta hundimientos en su estructura
    de plomo.  Por todos estos elementos sostenemos
    entonces, que pudo haber existido un proceso de
    trabajo sobre la basura, posterior al descarte de la misma en
    el pozo.

          Otra
    característica que podemos inferir del registro es
    el lapso relativo de tiempo en
    que el pozo permaneció en funcionamiento. Si bien es
    muy difícil estimar fechas precisas, podemos deducir
    que el mismo no perteneció a un único evento de
    descarte. Creemos esto a partir de la gran cantidad de restos
    óseos de comida y la alta diversidad de clases de
    objetos que reflejan variados tipos de actividades. La gran
    cantidad de restos de comida podrían haber sido
    también el  producto de un gran banquete y el
    pozo de basura su fiel reflejo. Pero esta idea queda
    desdibujada ante la diversidad de los otros materiales ya
    mencionada, que nos muestran una realidad distinta y
    más heterogénea. 

       Sintetizando lo antes expuesto, podemos
    intentar una aproximación a las conductas y acciones
    que dieron origen a este registro: en un primer momento, se
    abrió un pozo de escasa profundidad pero extendido en
    superficie, a una distancia considerable de la casa
    principal. Este pozo fue abierto para ser utilizado no en un
    único evento de descarte sino a lo largo de un tiempo
    prolongado. La basura era periódicamente arrojada y,
    ante el aumento de su volumen, se realizaban acciones de
    apisonamiento y rotura del material para que ocupara menos
    espacio. Posiblemente se arrojaba tierra
    periódicamente  para evitar malos olores y la
    presencia de animales indeseables como ratas. Esta
    práctica quedó evidenciada en el contexto donde
    se hallaron los materiales, distinguiéndose sectores
    donde los fragmentos se hallaban asociados casi sin
    sedimentos entre ellos, de otros donde descendía el
    número de fragmentos y se presentaba mayor cantidad de
    este último.

    Cronología
    del pozo de basura.

       La presencia de elementos cuya
    temporalidad puede ser establecida nos ha permitido estimar
    un rango cronológico dentro de cuyos límites debió haber permanecido
    abierto este pozo por un lapso específico sumamente
    difícil de determinar. Si bien ciertos objetos de los
    que hemos hallado no poseen ningún rasgo distintivo
    que nos permita una determinación exacta de su fecha
    de fabricación, poseen características
    físicas particulares que nos llevan a situarlos hacia
    la segunda mitad del siglo XIX. Este es el caso del
    botellón de ginebra, cuyos caracteres
    morfológicos permiten diferenciarlo de los de la
    primera mitad del siglo por sus paredes más finas,
    escasas burbujas de aire en el
    interior del vidrio, color verde claro y buen acabado (La
    Rosa Corzo,1995). Otro caso ilustrativo es el de los botones
    de pasta de vidrio que comienzan a fabricarse hacia 1840,
    masificándose su uso con el avance del siglo
    (Schávelzon, 1991). Entre los objetos de metal
    queremos destacar el caso de dos bisagras que presentan una
    cavidad alrededor de los agujeros para alojar la cabeza del
    tornillo, modelo que
    ingresa al país en fecha posterior a 1860.

       Hay otros objetos que al poseer
    elementos cronodiagnósticos, como son las marcas y los
    sellos, nos han brindado la posibilidad de ajustar de manera
    más adecuada la cronología.

    Entre las botellas de vidrio contamos sólo
    con dos casos en los que figura la marca del fabricante: una
    limeta "Schiedam" manufacturada en Holanda entre 1850
    y 1880, y una botella del tónico
    "Sarsaparilla-Bristol´s" cuyo modelo de envase
    comienza a venderse desde 1860 aproximadamente. En el caso de
    las lozas, sólo poseemos un ejemplar con sello: se
    trata de la fábrica "Cochram" de Inglaterra, la cual comienza a funcionar desde
    1846, siendo impreso nuestro sello en particular
    (Cochram-Glasgow-England) en sus productos
    hasta 1875.

       El hallazgo de un plato de porcelana
    con el sello de un bazar porteño nos ha brindado
    información de inestimable valor. Las
    inscripciones del mismo corresponde al "Bazar
    Colón, calle Piedad 145-149, Buenos Ayres"
    . Son
    altas las probabilidades de que este bazar no haya abierto
    sus puertas sino hasta después de 1871, ya que en un
    mapa mercantil de esta fecha en la calle Piedad 145-149
    figura un almacén a nombre de F. Guerri. Hacia la
    década de 18801 las referencias a este bazar
    se hacen abundantes en las guías comerciales de la
    ciudad. Pudimos confirmar que este comercio
    permanece abierto hasta bien entrado el siglo XX, aunque
    sabemos que alrededor de 1894 el negocio cambia su
    numeración siendo su nueva dirección calle Piedad
    553. 

       Otro elemento muy singular con un alto
    valor cronodiagnóstico es el irrigador de enema del
    "Dr. Eguisier". Las menciones que figuran en la placa
    de bronce adosada a la pieza nos permiten asegurar que la
    fabricación de este producto es posterior a 1855.
    Además de esto, información obtenida a partir
    de catálogos de coleccionistas nos permitieron
    averiguar que este producto era de frecuente uso para un
    período posterior a 1870.

       Un tipo de teja francesa de la marca
    Pierre Sacoman es otro elemento a tener en cuenta. Esta
    clase de
    tejas fabricadas en Marsella ingresan al país hacia
    1870, haciéndose masivas para 1880 (Schávelzon,
    1991).

       Para establecer un rango
    cronológico hemos cruzado la información de las
    fechas con que contamos para los diversos objetos recuperados
    del pozo, así como los modelos y
    diseños de los diversos elementos de vidrio, loza y
    metal recuperados, percibiendo que la mayor parte del
    material se agrupa en el último tercio del siglo XIX.
    Si sumamos a ésto los objetos con alto valor
    cronodiagnóstico (sellos y marcas) podemos situar los
    límites entre los cuales pudo haber estado abierto
    este pozo entre finales de la década de 1860 y
    primeros años de la década de 1880, momento en
    que se expropian los terrenos de la estancia para la
    fundación de La Plata pasando el área donde
    actualmente se ubica el pozo de basura a formar parte del
    predio del actual Observatorio Astronómico.

    Dinámica de la vida en la estancia
    reflejada a través del pozo de basura.

        Partimos en este trabajo del
    supuesto de que en las estancias del siglo XIX estaban
    representados distintos sectores socioeconómicos : por
    una parte estaba el estanciero, representante de una elite de
    clase acomodada que podía vivir de forma permanente
    con su familia en el
    casco de la estancia (como creemos es el caso de la familia
    Iraola) o estar presente ocasionalmente. Por otra parte
    estaba el grupo de
    los trabajadores, entre los que podemos distinguir al
    personal de servicio
    (mayordomo, cochero, sirvientes) y los trabajadores rurales
    con diversas funciones.
    Todos ellos contaban obviamente con un menor nivel de vida en
    su posición de trabajadores asalariados.

       Los actores de estos diferentes niveles
    socioeconómicos disponían de un conjunto de
    elementos materiales acordes a su posición social,
    posibilidades económicas, valores y
    costumbres. Dado esto, consideramos que el análisis de
    los restos recuperados nos permitirá descubrir ciertas
    características de estas personas así como la
    dinámica de relaciones entre ellas.

       La vajilla es uno de los elementos que
    más información puede aportar al respecto, ya
    que no era sólo un implemento usado en la mesa, sino
    también un indicador de status social. En el pozo de
    basura hemos hallado un variado conjunto de ejemplares que
    nos han llevado a plantear las siguientes
    cuestiones:

    – Los objetos de porcelana constituyen un 20% dentro
    del conjunto de vajilla, lo cual nos habla de una presencia
    significativa de la misma. Esto no es de extrañar dado
    el marco cronológico del pozo y la posición
    social de los Iraola, sus posibles compradores. Una
    característica a destacar es la presencia de dos
    platos pequeños para servicios
    de té o café, muy hermosamente decorados,
    pertenecientes a dos juegos
    distintos. Para mediados del siglo XIX la ceremonia del
    té o del café era costumbre entre las clases
    sociales acomodadas, brindando una oportunidad para
    desplegar los delicados juegos que para ese entonces eran
    predominantemente de porcelana (Schávelzon,1999).
    Creemos tener así el primer indicio de la presencia de
    las personas potentadas de la estancia.

    Otra de las importantes piezas de porcelana es un
    plato decorado con motivos naturalistas policromos, que posee
    en su base un sello que nos ha brindado información
    muy interesante: se trata del sello del Bazar Colón de
    Buenos Aires
    ubicado en la calle la Piedad 
    145-1492. Sabemos que a lo largo de la
    década de 1870 Martín Iraola –propietario
    de la estancia para esa época- cumplió con
    numerosos cargos públicos en Buenos Aires (fue
    sucesivamente Diputado provincial, consejero de la
    Municipalidad de Buenos Aires y Senador provincial) lo cual
    nos demuestra una presencia muy activa del estanciero en
    dicha ciudad. Creemos que estos datos hacen
    aumentar la probabilidad de que hayan sido los propietarios
    de la estancia quienes directamente adquirieron este tipo de
    objetos.

    – Siguiendo con los bienes que
    consideramos fueron usados por la clase acomodada encontramos
    las piezas pearlware. Se han podido rescatar del pozo solo
    pequeños fragmentos correspondientes a tres piezas
    distintas, una de ellas con un motivo anular
    dendrítico. Lo característico de estas piezas
    es que su producción masiva desaparece en la
    primera mitad del siglo XIX, permaneciendo como parte de la
    vajilla de lujo por varias décadas más, tal
    como lo han corroborado otras investigaciones arqueológicas
    (Schávelson, 2001). Su presencia en este contexto de
    segunda mitad del siglo XIX no es de extrañar, ya que
    era costumbre de las familias potentadas conservar este tipo
    de loza por muchos años.

    – El conjunto de piezas whiteware muestra una
    complejidad mayor que las anteriores, puesto que había
    modelos de uso corriente y otros de acceso más
    exclusivo. Ejemplo de esto último es un bowl anular
    polícromo -hallado en este sitio de descarte -cuya
    decoración, calidad y forma van más allá
    de lo meramente utilitario, pero también nos hablan de
    costumbres sofisticadas en la mesa. Las restantes piezas
    whiteware no presentan ninguna característica
    distintiva que nos permita asignarlas con precisión a
    una  posición social o status, y por ende la
    filiación de las mismas a un sector de la estancia
    resulta más difícil que en los casos
    anteriores.

    -En las excavaciones se recuperaron ocho fragmentos
    de cerámica que posiblemente correspondan
    a un NMO de seis. Una de las piezas es de pasta roja
    (oxidante), las cinco restantes son de cerámica negra
    (reductora) con marcas de torno, una
    de ellas con un vidriado castaño en ambas caras. Todas
    estas piezas corresponden al grupo de cerámicas
    comúnmente conocidas como "utilitarias", las cuales
    fueron muy comunes a lo largo del siglo XIX en la
    región del Río de la Plata entre los sectores
    de bajos recursos
    (Schávelson, 1999) y que podían ser adquiridas
    fácilmente en las pulperías pampeanas (Mayo,
    1996). Dadas estas circunstancias creemos que es mayor la
    probabilidad de que el uso de estas piezas corra por cuenta
    de los trabajadores asalariados de la estancia,
    utilizándolas tanto en sus quehaceres personales
    diarios o bien en la cocina de la estancia donde algunos
    trabajaban.

    Pasemos ahora a tratar el otro elemento de mayor
    abundancia en el pozo de basura: el vidrio, el cual nos
    permitirá seguir aproximándonos a los patrones
    de consumo de los distintos actores sociales de la
    estancia.

    -A partir de los fragmentos recuperados hemos podido
    reconstruir cinco limetas, una forma de botella cuadrada que
    para el último cuarto del siglo XIX se asociaba con
    seguridad
    a la ginebra (Moreno, 1994), aunque no era extraño que
    contuviera otras bebidas de consumo popular como el
    aguardiente. No debemos olvidar que en el siglo XIX la
    ginebra se consideraba como bebida de los niveles sociales
    bajos (Schávelzon, 2001) lo cual nos abre el camino
    para pensar que esta clase de objetos fue manipulado por la
    gente que trabajaba para los Iraola. Lo mismo se puede pensar
    del botellón de vidrio ya nombrado, el cual era muy
    común en el comercio de ginebra. Esta clase de
    botellones provenían de España
    (La Rosa Corzo,1995) u Holanda (Schávelzon,2000) y
    siempre eran utilizados con una base de mimbre para
    sostenerlos. Los mismos solían ser reusados para
    transportar y almacenar grandes cantidades de otros
    líquidos, generalmente agua.

     - Entre los restos recuperados se cuenta con
    dos botellas cilíndricas verde oscuro de sólo 6
    cm. de diámetro que posiblemente fueron de licor o
    jerez, un producto en cierta medida privativo para los
    sectores de bajos recursos.

    -Las botellas más abundantes fueron las
    cilíndricas (15 en total) cuyo contenido
    comúnmente se asigna a bebidas como el vino. Si bien
    se hallaron ejemplares de diversos colores y
    formas, todos corresponden a la típica botella alta y
    cilíndrica de mediados del siglo XIX. La
    adjudicación precisa a un sector de la estancia se
    hace muy difícil en éste caso, ya que el vino
    era una bebida popular en todos los ámbitos, y la
    recarga de las botellas en las pulperías una vez
    consumido el contenido original era una práctica muy
    extendida. La diferencia de nivel socioeconómico
    estaba relacionada con la clase de vino que se tomaba
    más que con el envase en el cual se
    transportaba.

    -Dentro del conjunto se destaca un recipiente muy
    particular. Se trata de una botella rectangular transparente
    con la inscripción "Genuine Sarsaparilla –
    Bristol´s- New York
    ". Su contenido era un
    tónico depurativo hecho a base de la raíz
    de  zarzaparrilla, muy popular en Estados
    Unidos, desde donde era importado. Tenemos conocimiento de que aquí se
    podía adquirir en algunas pulperías y almacenes de
    ramos generales. Dado que no tenemos otros datos de
    importancia, como su precio,
    nos resulta muy difícil estimar los ámbitos
    sociales en los que circulaba comúnmente.

    – Existen otros objetos de vidrio que son muy
    comunes en contextos de mediados del siglo XIX (ya que su
    consumo se vuelve masivo hacia esta época) y que
    aparecen en el pozo de basura evidenciando costumbres que se
    cristalizan para este momento: frascos de productos
    medicinales,  frascos de boca ancha para conservas y
    vidrios planos de ventana.

      Los objetos de metal, que
    resultaron ser llamativamente abundantes, nos brindan
    un  nuevo panorama para acercarnos al mundo del trabajo
    campestre generalmente asociado a gente de bajos recursos al
    servicio de sus patrones:

    – Hallamos abundantes herramientas de trabajo como
    una horquilla, una pala rota, parte de la hoja de un arado,
    alambres, una chaira para afilar cuchillos y numerosos clavos
    entre otras cosas de menor importancia. Creemos que estos
    objetos representan los medios
    utilizados por los trabajadores rurales en sus faenas
    diarias, cuya adquisición posiblemente corrió
    por cuenta de la familia Iraola pero cuyo uso y descarte
    corrió por cuenta de los mismos trabajadores.
    También se recuperó una herradura gastada con
    evidentes marcas de trabajo. 

    – Otros objetos de metal, pero asociados a la esfera
    de lo doméstico, son los restos de distintos
    contenedores de hojalata muy usados para guardar productos
    como yerba, azúcar, tabaco, etc. También se
    destacan dos mangos de sartén de diferente
    tamaño y una cuchara de hierro
    extrañamente comprimida. Este simple elemento
    podía ser adquirido en cualquier pulpería
    (Mayo, 1996) pero lo realmente significativo es que era
    prácticamente el único cubierto reconocido por
    los grupos bajos
    (Schávelzon 2000).

     Contrastando completamente con la
    función de los anteriores la bomba de enema de origen
    francés nos transporta al otro extremo de la escala
    social. Un instrumento de tan alta calidad utilizado para la
    costumbre tan extendida en la época de las purgas
    periódicas, nos habla de cierto poder
    adquisitivo que en este caso adjudicamos a la familia Iraola.
    Además percibimos por esta clase de objetos
    -conjuntamente con los depurativos (Sarsaparilla Bristol)- el
    cuidado puesto sobre la salud general del
    organismo, finalidad alcanzada, según los
    parámetros médicos de la época, con este
    tipo de prácticas.

       Por último no podemos dejar de
    mencionar el descarte de ropa evidenciada por la presencia de
    botones y restos de zapato. En cuanto a los primeros estos
    pueden pertenecer tanto a indumentaria masculina (camisas)
    como femeninas. Hallamos tanto los de uso popular (pasta de
    vidrio y asta de vaca) como los de alta calidad (asta de
    ciervo). Observamos en fotografías de época que
    los trabajadores de campo utilizaban mayormente camisas que
    bien podían obtener en la mayoría de las
    pulperías (Mayo, 1996). En cuanto al calzado creemos
    haber identificado un ejemplar femenino por la altura del
    taco (3,6cm.) y por la curvatura y ancho de una suela (5
    cm.). Una hebilla y restos de dos tacos son evidencia del
    descarte de por lo menos dos piezas más. Es altamente
    probable que los zapatos de cuero no hayan sido utilizados
    por los peones rurales ya que entre ellos era común el
    uso de alpargatas y botas de potro. Pero cabe la posibilidad
    que fueran tanto de la servidumbre que trabajaba en la casa
    como de la familia del patrón.

    Problemática de la
    reutilización

       Una aproximación como la
    anterior no es completa cuando se pretende un análisis
    exhaustivo de la vida útil de los objetos arrojados
    como desperdicios, ya que suelen perderse muy
    fácilmente todos los pasos y todos los actores que
    intervienen en el lapso que media entre la adquisición
    de aquéllos y su descarte definitivo. Uno de los pasos
    o instancias que debe rescatarse es la de la
    "reutilización". La misma implica tanto el uso
    sucesivo de un mismo objeto por diferentes actores
    manteniendo su función original, como su uso por el
    dueño original o por otro pero cambiando su
    función. De uno como del otro creemos haber encontrado
    ejemplos en nuestra investigación

       Como ya hemos expuesto a lo largo del
    trabajo, el uso de las botellas para recargarlas
    sucesivamente con bebidas diversas era una práctica
    muy frecuente en la época que nos compete. La
    evidencia de este tipo de prácticas ha sido probada
    más de una vez por la arqueología a
    través de contextos donde el material vítreo
    aparecía completamente fragmentado. La
    explicación de esto se relaciona con el hecho de
    utilizar los contenedores hasta su rotura definitiva
    (Schávelzon y Silveira 1998; Gómez Romero y
    Bogazzi 2001).

        A pesar de que consideramos que
    hubo una destrucción deliberada de los materiales
    dentro del pozo de basura, su análisis cuidadoso nos
    ha llevado a pensar que las botellas no habrían
    llegado enteras al lugar de descarte. Esta idea surge a
    partir de dos indicios complementarios entre sí.
    Primero en el proceso de remontaje de las botellas observamos
    que ninguna pieza presentaba la totalidad de sus partes, por
    lo que pensamos que es altamente probable que las mismas
    hayan sido arrojadas al pozo una vez rotas,
    extraviándose en el proceso algún fragmento
    menor. El segundo indicio estaría dado por numerosos
    fragmentos que hemos hallado aislados (tanto de botellas como
    de loza y cerámica) y que indican que luego de
    romperse la pieza ésta fue descartada en otro lugar,
    llegando hasta aquí solo los fragmentos perdidos que
    se recogieran tiempo después. Para el caso resulta
    llamativa la forma en que fue descubierta la botella de 
    "Sarsaparilla Bristol", ya que se hallaron dentro de
    su base  fragmentos mas pequeños del resto de la
    botella, indicando esto una modalidad particular para su
    descarte una vez rota. Teniendo en cuenta incluso una
    situación como ésta, en que los fragmentos se
    hallaban en una cercana relación contextual, no fue
    posible reconstruir en su totalidad la botella, lo cual nos
    habla de que antes de ser arrojada al pozo, algunos
    fragmentos se extraviaron, pudiendo ser arrojados luego en
    otro pozo de descarte.

        Por todo lo expuesto en el
    párrafo anterior es que
    consideramos  que en la estancia Iraola se utilizaron
    una y otra vez la botellas (aunque la misma
    apreciación se extiende para los objetos de loza). La
    explicación de ello radica en dos aspectos: La
    dificultad para el abastecimiento de productos que implica el
    relativo aislamiento del ámbito rural y la presencia
    de trabajadores que no podían darse el lujo de
    deshacerse de una botella en buenas condiciones y conseguir
    otra nueva.    

        Un ejemplo de
    reutilización donde el artefacto no sólo cambia
    de usuario sino también de función lo
    encontramos en lo que creemos podría ser un evento de
    reciclaje
    de plomo. Por una parte sabemos por la presencia del
    irrigador de enema "Eguisier" que se tenía al
    alcance objetos industriales fabricados en plomo. Por otro
    lado hemos hallado en el sitio –fuera del pozo de
    basura- una boleadora de plomo del tipo "ñanducera" de
    factura
    tosca, que evidencia su fabricación local, una
    practica bastante común en el pasado entre la gente de
    campo. A esto se suma el hallazgo en el pozo mismo de una
    chorreadura sólida de plomo producto de la
    manipulación de dicho elemento, mostrándonos
    una etapa intermedia de lo que podría ser la
    práctica del reciclaje de este metal en la
    estancia.

    1. Reconstruyendo los comportamientos en la
      estancia.

         Para dar un panorama más
      acabado de los aspectos conductuales en lo referente a la
      dinámica de la estancia, retomaremos la idea de
      circulación de bienes planteada en un principio.
      En lo que hace al origen o procedencia de los
      bienes, destaca el hecho de que prácticamente
      en la totalidad de los casos se trata de
      mercadería importada, algo que no resulta
      llamativo dada la cronología que hemos adjudicado
      a este contexto de descarte. Muchos de estos bienes
      podían ser adquiridos en pulperías y
      almacenes de ramos generales  de la
      zona3
      , en tanto otros –probablemente los de
      mayor calidad- eran comprados en la ciudad de Buenos
      Aires. Como apuntamos anteriormente quienes
      comprarían en locales porteños
      serían posiblemente los Iraola y no los peones. Es
      probable que el estanciero no sólo adquiriera los
      bienes para su uso personal y los de su familia, sino que
      también comprara mercadería para sus
      empleados. Entre esta última estarían los
      implementos necesarios para que los trabajadores
      cumplieran con su labor (herramientas), y otras de
      índole más personal, como ropa, que muchas
      veces era considerada como parte de pago
      (Wedovoy,1994).

          Concentrándonos en la
      cuestión de la utilización o uso de
      los distintos tipos de objetos, sugerimos que el mismo
      estaba determinado por las costumbres y hábitos
      cotidianos de cada sector socioeconómicamente
      diferenciado. Parte de éstos hábitos
      dictaban asimismo la vida útil del objeto y el
      momento de su descarte. Este último corría
      por cuenta propia en el caso de los trabajadores, pero en
      el caso de los estancieros, en cambio, era la servidumbre de la casa la
      encargada de esta acción. Es así como lo
      que podía ser considerado por los patrones como un
      bien cuyo estado ameritaba desecharlo, podía no
      serlo para sus empleados, quienes optaban no por
      descartarlo sino por conservarlo para su
      reutilización, ya sea manteniendo la
      función original (recuérdese el ejemplo de
      las botellas) u otra diferente (véase el ejemplo
      del plomo) .

         A través del análisis
      anterior nos volcamos a creer que la práctica de
      reutilización sería fundamentalmente
      llevada a cabo por el sector de los trabajadores
      asalariados de la estancia, ya que sus limitadas
      condiciones materiales de vida les llevaría a
      adjudicar una mayor vida útil a los objetos.
      Reafirmamos entonces la idea de que la
      reutilización (de bienes propios y de la familia
      del patrón) se regía por la práctica
      y valores de los trabajadores. Consideramos además
      la idea más abarcativa de que el descarte
      de todos los bienes que circulaban por la estancia se
      realizaba de acuerdo con los criterios y
      categorías de los trabajadores (ya sea rurales o
      de servicio), quienes determinaban en qué momento
      se habría de descartar un objeto, con o sin previa
      reutilización, de qué modo y bajo
      qué circunstancias. El manejo de la basura era
      parte de sus prácticas cotidianas, raramente la
      del estanciero y su familia, y por ende resulta un
      reflejo de sus conceptos, categorías y
      valores.

      Cruzando el alambrado: Vinculaciones con la
      situación general del país.

         ¿Es posible que este pozo de
      basura nos pueda decir algo acerca de la situación
      político-económica de aquel período?
      Nosotros creemos que sí, y en este sentido resulta
      ilustrativa la presencia de abundantes objetos de metal
      tales como los clavos (muchos de los cuales se
      encontraban llamativamente en muy buen estado). Tras la
      caída de Rosas
      y con el impulso de la segunda revolución industrial los objetos
      de metal se fabrican en mayor número y entran al
      mercado local a un menor costo.
      A esto se suma la presencia de un número cada vez
      mayor de casas en Buenos Aires que se ocupan de la
      fabricación local de dicha clase de objetos. Estas
      fueron creciendo gracias a las intermitentes políticas proteccionistas de la
      primera mitad del siglo que hacían que su
      presencia fuera indispensable aunque no cubrieran la
      demanda (Schávelzon,
      1991).

      Todo esto llevaría probablemente a que el
      descarte de objetos de metal comenzara a ser más
      frecuente durante la segunda mitad del siglo XIX, sobre
      todo luego de la gran oleada de objetos extranjeros que
      entraban para este momento al país. En este caso
      la reutilización pasa en mayor medida por las
      decisiones del patrón, pero podemos establecer que
      éste es un caso particular porque no son objetos
      que usualmente intervienen en la esfera de la vida
      doméstica de los trabajadores, sino que incumben
      más a las propiedades del estanciero, quien se
      encargaba de reponer las herramientas de trabajo. Esto
      nos evidencia algo importante: los cambios en las
      políticas económicas nacionales y las
      transformaciones económicas internacionales se
      reflejan de forma diferencial en el consumo de acuerdo a
      los sectores socioeconómicos que uno investigue.
      Asimismo en el caso del sector socioeconómico
      más elevado,  las actitudes conservadoras/innovadoras de los
      sujetos influyen en los patrones de consumo y descarte,
      por lo cual uno esperaría hallar evidencias de ello en los materiales
      recuperados. Creemos que el ejemplo de los clavos es
      ilustrativo de una actitud coincidente con las nuevas
      tendencias donde se descarta lo que antes solía
      ser reutilizado, en respuesta a las facilidades que
      brindaban las nuevas condiciones del mercado. Los clavos
      eran adquiridos por el patrón, usados por los
      trabajadores y descartados por éstos pero en
      función directamente de la toma de decisión
      del primero, ya que si bien se reutilizarían
      algunos en el ámbito doméstico de los
      trabajadores, la mayoría se utilizaban en bienes
      del dueño de la estancia y si este decidía
      descartarlos o reemplazarlos por nuevos, así se
      hacía. Caso distinto es el del plomo, un metal
      necesitado por los trabajadores para sus propias
      actividades, por lo cual no era descartado en
      función de la orden del patrón sino en
      función de sus propias necesidades. Esto
      último es también el caso de muchos otros
      objetos, como ya explicamos anteriormente.

      Comentario
      final.

          Hemos intentado en este
      trabajo recrear un posible escenario de
      circulación de bienes -desde su adquisición
      hasta su descarte- en el ámbito de una estancia
      pampeana de la segunda mitad del siglo XIX. Hemos visto
      como se relacionan dos grupos que representan a sectores
      socioeconómicos dispares y cómo estos
      responden de manera diferencial a la adquisición,
      consumo y descarte de objetos, no sólo en
      respuesta a los cambios sociopolíticos mayores,
      sino fundamentalmente en relación a sus
      posibilidades materiales concretas, sus categorías
      y  valores propios.

      1.  1 Los datos manejados son
        tomados de fuentes comerciales tales como la
        Guía Kraft y la Gran guía de la ciudad
        de Bs.As. editada por H. Kunz. No hemos podido
        localizar ejemplares previos al año 1885, por
        lo cual la fecha de apertura de este local nos es
        aún incierta. A partir de estas fuentes se ha
        podido rescatar otro tipo de información
        vinculada a este local cuyos dueños Bono y
        Bruschi figuran como introductores de
        mercadería al país además de ser
        los propietarios de una óptica que funcionaba junto con
        el bazar.

        2 En el catálogo de la
        muestra "Pequeñas, medianas y grandes tiendas"
        (realizada en el Museo de La Ciudad, Buenos Aires)
        escrito por el arquitecto J.M. Peña hallamos
        la siguiente cita: "…no podemos dejar de mencionar
        al "Bazar Colón", al "Bazar La Luna", etc.,
        ellos importaban los artículos que en Europa estaban de moda, llegando a encargar, por
        ejemplo, a la fábrica de porcelanas Limoges
        juegos de platos pidiendo que pusieran al dorso y a
        fuego, el nombre del bazar." Si bien no hemos podido
        aún determinar con exactitud el origen de este
        plato de porcelana, esta cita resulta sugerente en
        cuanto a los diferentes tipos de la misma que
        ofrecía el Bazar Colón

        -con su sello distintivo en la base- a su
        clientela en aquella época.

        3 Contamos con información
        acerca de la presencia de dos pulperías en la
        zona de Ensenada y Magdalena para inicios del siglo
        XIX (Mayo, 1996). Tanto la presencia de comercios de
        éste tipo como la de almacenes habría
        ido en aumento con el avance del siglo XIX, a lo cual
        sumamos la fundación de Tolosa en 1871 que
        habría implicado el aumento de negocios de éste ramo.

      2. NOTAS.

         Agradecemos a la Lic. A. Igareta y al
        Dr. D. Schávelzon por la
        lectura crítica de este trabajo y sus
        correspondientes sugerencias, siendo las
        interpretaciones y conclusiones finales responsabilidad exclusiva de los
        autores.

      3. AGRADECIMIENTOS.
      4. Bibliografía
        Citada

    2. Conclusiones

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    Lic. Marco Antonio Giovannetti

    Lic. Verónica Lema

 Depto. Científico de
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Museo de Ciencias
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F.C.N.yM.-U.N.L.P.

ISSN 1851-0027

Año 2007. Número 2: 84-105

www.comechingonia.com

Partes: 1, 2
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